jueves, 26 de julio de 2012

Ingresan a Siria cientos de terroristas de Al Qaeda

Al-Qaeda ingresa a Siria
El conflicto sirio tiene un nuevo invitado a la mesa del poder: Al-Qaeda. Desde hace semanas, cientos de militantes de la red terrorista llegan desde Irak, a través de una frontera caliente y cada vez más vulnerable, y ganan terreno en la lucha por el control del país con la ejecución de atentados contra objetivos del gobierno.

Por otro lado, ayer arreciaron los enfrentamientos entre los dos principales bandos del conflicto , los rebeldes del Ejército Libre Sirio (ELS) y las tropas del régimen de Bashar al-Assad , enfrascados en un combate a muerte que esta semana trasladó su eje a la ciudad de Aleppo, un centro comercial y la segunda ciudad en importancia del país.


La evidencia sobre la influencia de Al-Qaeda en la guerra civil aumentó, según advirtió el gobierno de Irak, en las últimas semanas.

El diario The New York Times reforzó ayer la advertencia llegada de Bagdad al señalar que, si bien los líderes de la oposición niegan que exista una intervención de extremistas islámicos, Al-Qaeda "ha contribuido a cambiar la naturaleza del conflicto, inyectando el arma que perfeccionó en Irak -los atentados suicidas con bomba- en la lucha contra el presidente Bashar Al-Assad con creciente frecuencia".

La red sería responsable de por lo menos 35 atentados con coches bomba y diez ataques suicidas, cuatro de los cuales fueron reivindicados por el Frente Nusra, una filial de la red, según información del Instituto para el Estudio de la Guerra.

El objetivo de Al-Qaeda es aprovechar la guerra civil combatiendo del lado de los rebeldes, adueñarse de sus resultados y tomar el control del país para crear un Estado integrista.

"Tenemos experiencia por la lucha contra los norteamericanos, y ahora más experiencia con la revolución siria", dijo un militante de la red integrista en Irak. "Nuestra gran esperanza es formar un Estado islámico sirio iraquí para todos los musulmanes, y luego anunciar nuestra guerra contra Irán e Israel, y liberar Palestina."

El ministro de Relaciones Exteriores de Rusia, Sergei Lavrov, afirmó ayer que los milicianos que tomaron el control de algunos puestos no sólo en la frontera con Irak, sino también en aquella con Turquía pueden ser en efecto aliados de la red que fundó Osama ben Laden.

"De acuerdo con algunas informaciones, estos puestos no fueron tomados por el ELS, sino por grupos relacionados directamente con Al-Qaeda", dijo Lavrov en una rueda de prensa.

Fuentes de inteligencia del gobierno alemán habían señalado anteayer que "alrededor del 90%" de los atentados cometidos en Siria desde diciembre pasado "pueden ser atribuidos a organizaciones cercanas a Al-Qaeda o grupos jihadistas", informó el diario Die Frankfurter Allgemeine Zeitung.

El gobierno de Irak confirmó que cientos de insurgentes de Al-Qaeda cruzaron sus fronteras para luchar contra Al-Assad, al igual que los límites de Jordania y Turquía, llevando armas y municiones para alimentar el cruento conflicto que comenzó hace 16 meses y aún no vislumbra un vencedor.

EL TERCERO EN DISCORDIA


La intervención de Al-Qaeda como el tercero en discordia para dominar los destinos de Siria acentúa la inquietud por el futuro del arsenal de armas químicas y biológicas del régimen.

Israel y los gobiernos occidentales temen no sólo que Al-Assad recurra a esas armas para resolver el pleito que lo tiene contra las cuerdas, sino que en medio del descontrol que reina en el país, por la extensión y la crudeza de los combates, el arsenal caiga en manos de grupos extremistas.

"No hay duda de que Al-Qaeda quiere hacer eso, y es algo en lo que en realidad son muy buenos", dijo Daniel Byman, experto en contraterrorismo de la Universidad de Georgetown y de la Brookings Institution, a The New York Times. "Han sido muy buenos en tomar un conflicto local y sacarle ventaja", agregó.

No faltan ejemplos para respaldar su afirmación: Chechenia, Yemen, Somalia y Mali fueron sucesivos escenarios de las explosivas irrupciones de los discípulos de Ben Laden.

Los líderes del Ejército Libre Sirio hasta ahora no se pronunciaron sobre la intervención del integrismo armado, salvo para negarla, y continúan combatiendo con sus energías enfocadas en los choques con la artillería y los helicópteros de las fuerzas armadas.

La revuelta contra Al-Assad se ha transformado en 16 meses desde una insurgencia en provincias remotas en una batalla por el control de las dos principales ciudades, Aleppo y Damasco. Las fuerzas del gobierno lanzaron masivos contraataques en los últimos días en las dos ciudades, y tan sólo ayer se registraron 80 muertos en esas plazas y otras ciudades, entre civiles, insurgentes y efectivos del ejército.

Para reforzar su embestida, las fuerzas armadas desplazaron ayer tanques y vehículos blindados desde la provincia de Idlib, en el Norte, y el gobierno ordenó a una columna blindada que avance sobre Aleppo y ataque a los insurgentes con artillería pesada.

Fuera del terreno, el régimen suma deserciones. El embajador en Emiratos Arabes Unidos, Abdelatif al-Dabbagh, y su esposa, la representante de Siria en Chipre, Lamia al-Hariri, desertaron y se dirigieron a Qatar, según anunció ayer el opositor Consejo Nacional Sirio.

Por su parte, Manaf Tlas, un miembro del círculo íntimo de Al-Assad que huyó de Siria el mes pasado, apareció en televisión en sus primeros comentarios públicos desde su deserción y pidió a los soldados que abandonen al gobierno.

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